Y la brisa tarareó una canción


7/12

El mago levantaba sus brazos como queriendo alcanzarlos a todos en esa canción.
Y ellos le cantaban, hechizándolo de amor.





El festival arrancó el miércoles 25 de septiembre pero desde la semana anterior ya yo andaba de cabeza en San Agustín. Las primeras noches mi padre me iba a buscar y me esperaba horas porque siempre me faltaba "un pelín pa´ terminar". La gente buena del Alameda le daba café, torta, malta, cocuy, cualquier cosa que lo mantuviera entretenido. Emilio se ponía a conversar con él pero ya a las 10 de la noche me ponía cara de "Yastabueno, vamonoj". Entonces, la semana del festival me mudé pal barrrio.


El diseño del logo es de Alexis, también de San Agustín.

Los programas los diseñó mi admirada Ghynger Ríos



Me dormía cerca de las 3 de la mañana bien molida. Y despertaba antes de las 7. Bueno, eso fue el jueves. El viernes abrí los ojos a las 9am y el sábado a las 10am. El nivel de cansancio era igual al nivel de felicidad por el objetivo logrado. Los comentarios positivos y halagadores del público al salir de la sala, la prensa con sus reseñas y entrevistas, los comentarios de los amigos eran combustible de amor.

El concierto del sábado 28 se adelantó una hora. Desde temprano publicamos el cambio en nuestras redes, enviamos correos, mensajes, llamamos a un gentío. Periodistas y productores difundieron a través de sus espacios y "radio bemba" en el barrio hizo lo propio. Aún así sentía miedo. Normal, pues. Si la gente no se enteraba del cambio llegarían al teatro cuando ya el concierto de la Be Jazz Session estuviera terminando. Y de nuevo la "Operación a Punta e´ Panas" fue exitosa. El público comenzó a llegar poco antes de las 4:30 pm.

La ilustración es de Pablo Kalaka


Los boletos se imprimieron en la Imprenta Nacional

Por primera vez en mucho tiempo un espectáculo en el Teatro Alameda tenía boletos numerados. De esa tarea se encargaron Doris, Marifer, Goyo, el señor Lino y Yuber que trajo su foliadora y su tinta. 467 boletos por día para 3 días de festival. Esos panas le pusieron número a 1401 boletos, uno a uno, a mano -Es que nos gusta lo orgánico ¡Ja!-. El 50% de los asientos fueron asignados de cortesía a los músicos y sus familiares, a los amigos de la prensa y a todos los que aportaron sus habilidades o recursos para hacer posible este súper templete.


Tuvimos ciertos traspiés. Un par de personas tenían los mismos números de boletos, otras presentaban boletos de días pasados para entrar a la función del sábado, unos "vivítos" se sentaron en los puestos de otros. Hubo una resongandita en la puerta, otra carita amarga por ahí en el pasillo pero nada que Carla, Bárbara y Kimberli, las compañeras del protocolo, no resolvieran en lo inmediato de la manera más amable. La gente del barrio estaba sorprendida por toda esa logística. Como en las salas importantes, las chicas acompañaban a las personas hasta sus asientos. ¡Pero qué éxitoooooooo!, decía sonreída una de las bailarinas del Grupo Madera mientras la ubicaban junto a su familia en el patio central.

Cuando ya había arrancado el concierto de la Be Jazz Session, una dama y dos caballeros llegaron apresurados hasta la entrada de la sala. Estiraban el cuello como buscando ver el espectáculo desde ahí pero no decían nada.

-Buenas tardes ¿Tienen boletos?
Voltearon a verse entre ellos como esperando que el otro respondiera.
-Permítales entrar a mi hermana y a su esposo. Por mi no se preocupe, solicitó uno de los señores con una formalidad tremenda.

-Deme unos minutos para que las compañeras ubiquen los asientos desocupados. Intentaremos ubicarlos juntos a los tres.




Ese día mis padres fueron al Teatro Alameda. Pero ¡Por favor, tenían que ver a "Nené" Quintero tocando en su casa! A mi emociona demasiado que vayan a nuestros eventos porque es la manera de que comprendan el oficio que escogí. Que cuando Orlando (Palacios, mi papá, no Orlandito) diga "Mi hija es productora", se acuerde de ese escenario tan bello, de ese sonido tan potente, de mí corriendo por los pasillos, de esas pantallas proyectando ese logo grandote de 100% San Agustín, de ese público tan emocionado que aplaudía hasta los aplausos, de todos sobre el escenario despidiéndonos del público y celebrando nuestro sueño posible.




Foto Victorinox
Impecable. Preciosa. Sabrosa. Emotiva. La presentación de Be Jazz Session levantó al público al final de cada tema. "Nené" hizo la magia en el tema "Brisas del Ávila". Bastaba cerrar los ojos unos segundos para adentrarse en la montaña y abrirlos de inmediato para no perderse el milagro que brotaba de las maracas, palitos, semillas, tubos y campanas que componen su set. Una melodía sublime protagonizada por trinos de aves y hojas traídas por la brisa. 

Alfredo, Eddy, Rofolfo y Nené. Foto Loel Henríquez




Alfredo Naranjo tomó el micrófono e invitó al publico a tararear un coro. Me preguntaba cómo es que todo el mundo se lo sabía ¿qué canción es esa?, pensé. De repente, una señora delante de mí voltea para colocar su cartera en el asiento. Las lágrimas le salían en cascada. Y tarareaba a gañote alegre, como si fuese la última canción de su vida. Todos en la sala lo hacían. La señora me toma de las manos y en ese punto ya a mi me temblaba el cuerpo. Dijo: "Quiero que sepas que me has regalado la mejor y más preciosa noche de mi vida. Soy afortunada de estar aquí. Dios te bendiga, hija".

Yo me privé. Me había puesto una blusa roja bien bonita y elegante, con bordado ñandutí que me envió mi amiga Adriana desde Paraguay, de la que no podía limpiarme las lágrimas ni los mocos que se me salían sin control. Los dos caballeros a su lado, el hermano y el esposo, se sonrieron conmigo, pero rapídito, porque quién iba a perderse de cantar ese coro tan poderoso. ¡Eran los tres señores que llegaron apuraítos!

Foto Victorinox
¡¿Y cómo no se iban a saber esa canción?! Las casi quinientas personas que plenaban la sala "Carlos Orta" tarareaban a ritmo de jazz el intro de uno de los temas más populares de la Fania All Star: Rompe Saraguey. Por favor, regálate unos minutos para disfrutar ese momento que se convirtió en uno de los cápitulos más importantes en la historia del Teatro Alameda. Haz click y disfruta.

En esa euforia de aplausos comenzaron los agradecimientos. La mayoría del equipo subió a escenario. Nos faltaba "La Capitana".
-¡Dooooriiiiiis, ven al escenario! gritaba Reinaldo. ¡¿Quién más falta?!

Y ese público que durante tres días había bailado y cantado con Renis Mendoza, Farides Mijares, AfroJazz, la Orquesta Latinocaribeña de Venezuela, la Big Band San Agustín, Bailatino, Alfredo Naranjo y Nené Quintero ahora presenciaba el despelote de un equipo emocionado y orgulloso de ver hecho realidad su sueño. Ahí estábamos, en "nuestro" escenario.


El Grupo Madera cerró a lo grande. Con sus tambores, sus colores, sus cantos enérgicos, su baile. Yo ni me acuerdo a qué hora terminó la rumba en la calle, ni cuántas cervezas o tragos de Ron San Agustín me bebí. La brindadera, los agradecimientos y los abrazos se extendieron hasta después de la medianoche. El hermano de la señora del cuento de más arribita, me encontró en la calle y mientras me besaba la mano cual lord a damisela se presentó: "Mi nombre es Jesús Espinoza y en el barrio me conocen como Chua. Gracias por este festival y por tanta amabilidad. Cuando quiera le canto una canción".

El domingo desperté en la casa de Emilio casi al mediodía, con una sonrisa de oreja a oreja y los pies destruidos, imaginando desde ya la segunda edición. 


Las fotos son de Félix Geradi. Loel Henríquez y El Negro Victor

Comentarios

  1. Me encanta tu narrativa, es fresca y emocionante; me hizo sentir que estuve allí ese día, saludos. Gisela

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    1. Qué bueno Señora Chela! Es la idea, viajar con la palabra. Que gusto me da leer su comentario. Cuando todo pase, la invitaré a algún concierto o bailadera en San Agustín. La abrazo.

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  2. a no...., tej`taj`pasando, jeje, buenísimo!!!

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