¡Y de repente… el Dakar!
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Encontré a Nunzio Coffaro en 2014 durante
una jornada especial de recolección de desechos sólidos en Canaima para honrar la
Declaración como Patrimonio Natural de la Humanidad que hacía 20 años emitió la
Unesco. Yo producía vídeos para el Ministerio del Poder Popular para el
Turismo, él y su Team Azimut viajaban como voluntarios para trasladar a la
prensa de un lugar a otro, distribuir agua y combustible. Y allá nos
encontramos.
Era mi primera visita al Parque Nacional
Canaima. Veinticinco horas de viaje en una camioneta Encava, que viajaba en
caravana desde Caracas junto a diez camionetas más, valieron la pena una vez
que llegamos al Monumento de la Virgen. Y allí, un poco más adelante estaban, ancestrales,
mágicos, pacientes: los tepuyes.
Al segundo día de jornada, fuimos a Santa
Elena de Uairén para enviar información a Caracas por correo electrónico. Mientras
el Señor Lerry descargaba y enviaba las imágenes, Nunzio me llevó a La Línea.
Estando tan cerca de allí ¿cómo no tomarme la típica foto, con los brazos
abiertos, entre los dos países? La mía es incluso más especial.
En ese trayecto lo conocí. Supe de su
pasión por los motores y de su empeño por hacer las cosas bien siempre. “Si no,
no hagas nada”, decía. Yo recién había trabajado en el Ministerio para el
Deporte, un experiencia intensa, irrepetible e inolvidable. Quienes me conocen
saben la intensidad con la que “viví” durante
los ocho meses que acompañé a Alejandra Benítez, esgrimista venezolana luchadora
social y titular de la cartera deportiva venezolana en ese momento.
Él me contaba sobre sus esfuerzos por
volver al Dakar, yo le contaba sobre mi despecho laboral. Mi acta de entrega
fue algo así como terminar con alquilen de quien estás enamorada perdidamente.
Así mas o menos. Él me contaba su ideal de país, yo le contaba las ideas que
quisieron ser hecho pero se quedaron a orilla de carretera. Él me aseguraba que
volvería a correr, yo pensaba que era un iluso.
Nos reencontramos hace dos meses en una
Feria de Emprendedores Productivos. Allí estaban los camiones y las camionetas
tricolor. Allí estaba él, uniformado, paciente, atento y preparado. Siempre con
su proyecto en la mano y la esperanza en el corazón.
Admiro su empeño, su capacidad de
organización, su accionar correcto, su sensibilidad frente a los problemas o
necesidades de las personas, su capacidad para la resolución de conflictos y sobre
todo para reconocer las aptitudes de otros que quieran soñar con él. La única
condición es “hacerlo bien”. Para Nunzio
Coffaro no hay imposibles.
Gracias a él puedo seguir desde muy cerca
el paso de nuestros vehículos tricolor por las rutas del Dakar2016. Mientras
escribo este post, atravesamos las provincias de Córdoba y Santiago del Estero
para llegar a Termas de Río Hondo donde se asentó el Campamento de la Etapa 2.
Agradezco ese sustico en el estómago cada
vez que enfrento un nuevo reto. Sentir miedo es una garantía segura de que lo
harás bien. Porque para que ese sustico salga del estómago hay que prepararse
mucho, planificar, estar atenta, seguir indicaciones, buscar información veráz
y actual.
Y en eso ando. Mientras él y su copiloto
corren en medio de los esteros argentinos, yo le cuento a ustedes la historia
de un venezolano que regresó al Dakar.
Disfruta en grande querida prima, es trabajo mas par tì es un disfrute y pasiòn
ResponderEliminarBella! Gracias por tus buenos deseos! te escribo al correo esta semana. Besos a (tu) Raúl.
EliminarBella! Gracias por tus buenos deseos! te escribo al correo esta semana. Besos a (tu) Raúl.
EliminarExcelente, recordar es saber que no hemos perdido el tiempo... Y tienes que vivir la experiencia de los 9 meses (con él sustico en el vientre...) eso si es adrenalina Jajajaj y después contarle todo lo que has vivido ...
ResponderEliminarJajajaja! Los tuyos si que no son tan buenos deseos como los de Kappa... joer! Ya vendrá la adrenalina de los niños! Un beso! PD: lo que te traje del Dakar va a agarra moho, hijo! Pa cuando?
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