"Hombre no da puesto"
Chacaito. En el vagón, detenido en la estación mas de la cuenta, un
viejo inmigrante, de esos que ni 60 años viviendo en Caracas le hacen
comprensible el acento (¿portugués? ¿italiano?), entra refunfuñando, más bien
escandaloso: "Permisoooo, permisoooo senioraaaa si no quiere que la
toqueeeee". Todos lo miran, algunos se apartan con repudio. Una flaca
con uniforme de... de... ¿trabajadora de empresa de seguridad? de ¿aires
acondicionados? ¿venta de artículos de limpieza?... ¡bah! Una flaca de
camisota azul, pantalonsote de pinzas azul, chalecote azul y una cola de
caballo bien prensada se pone de pie. Con la voz bien gruesa y un
ademán al mejor estilo de unbiencuidai'to lo invita a sentarse.
"¡Permisooooo senior, permisooooo para sentarme!", gritaba el don -más
italiano que portugués, la verdad- El tren avanza. A su lado, dos doñas
sentadas, cara arrugada, trompa parada: "¡Nooooo mana... Eso se perdió! Aquí ¡hombreee no da puesto!", replica una. "¡Eso no se aprende en la
escuela! ¡En la caa-saaa, en la caaa-saaa!", contesta la otra. Bla bla
bla... Hombres parados replican, mujeres critican a los "dormidos",
niños lloran... bla bla bla bla... Un hombre "dormido" abre el ojo con
cuidai'to, mira a las protagonistas de la conversa, se acomoda en el
asiento, bien plácido y con los ojos cerrados dice: "¡Esa vaina ej culpa
e' Chávez!". Una carcajada desplaza el comentario. Un grito a la
carcajada: "¡Permiiiiiiisoooooooo senioreeees que voooooy
salieeeendooooo!" Ahora, todos se ríen. La flaca de azul se vuelve a
sentar. El "dormido" sale corriendo del vagón ya casi cerrandose las
puertas. Y el tren sigue. Como la vida, deteniéndose de vez en cuando
pero siempre hacia adelante.
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